Salud Mental, un camino con piedras reales e imaginarias
Una buena amiga española me dice, la gente no quiere mencionar la palabra “trastorno mental” porque es asociada inmediatamente con “el loco del pueblo”, aquel que anda vestido de forma desaliñada y gritando por la calle. Casi todos hemos visto uno y pensamos que todo enfermo mental es así, pero aquí les voy a hablar de algunos trastornos en donde no hay ningún loco corriendo, pero generan gran sufrimiento.
Un neurocientífico español me menciona: “La gente cuando habla de alguien con depresión o ansiedad, lo hace con pena o vergüenza, casi susurrando”.
Cuando llegamos a un pico de estrés, nuestro organismo tiene una crisis muy incómoda, que nos produce un miedo intenso, aquello se llama crisis de pánico o "combate o huida”. Es la reacción física de los humanos y animales ante cualquier situación que signifique un peligro inminente o una amenaza.
Nos pone tensos, el corazón y la respiración se aceleran, producimos hormonas de estrés en el organismo y nuestra memoria se suprime, no pensamos en lo que desayunamos a la mañana, sólo pensamos en escapar de la situación… salir corriendo.
Este sistema nos ayudaba a combatir o huir de animales salvajes cuando aún vivíamos expuestos a ellos en la naturaleza. Sin embargo, hoy en día, ya no peleamos con tigres en la jungla, pero existen los tigres modernos que generan mucho estrés y esos son; las cuentas por pagar, grandes deudas, problemas de tu hijo en la escuela, la delincuencia en las calles, trabajos con colegas de mal genio, un vecino que coloca música a todo volumen, demasiado trabajo o insatisfacción laboral, y así vamos aumentando nuestro estrés hasta llegar a una crisis de pánico o terminamos padeciendo de ansiedad.
Muchos confundimos este fenómeno con presión alta, taquicardia o problemas del corazón y los fatalistas, con un ataque al corazón. Durante estos episodios desarrollamos miedo a la muerte, porque el miedo es muy intenso y muy real y con el tiempo desarrollamos “miedo al miedo”. Tanto miedo desarrollamos a otra crisis de pánico que terminamos teniendo crisis recurrentes de pánico. Ese es otro trastorno mental llamado, trastorno de pánico, también relacionado con la ansiedad.
Así empezamos a ingerir pastillas, ansiolíticos o calmantes y terminamos en otro problema, la adicción a los tranquilizantes, al alcohol o a las pastillas para dormir porque no conseguimos dormir y buscamos una solución inmediata para calmar la ansiedad.
En nuestra vida cotidiana es como si estuviéramos combatiendo con un tigre por 14 horas al día y nuestro organismo se desgasta porque no fue creado para funcionar de este modo, así llegamos a los diferentes trastornos.
El estigma o tabú sobre los trastornos mentales hay que cambiarlo, porque eso hace que las personas con trastornos de ansiedad, de pánico o de depresión se escondan, no busquen ayuda, o no se atrevan a levantar la mano y decir “necesito ayuda”. Un colega podría estar en esta situación o tu propio familiar tal vez esté gritando en silencio.
Se sienten apenados y lamentablemente hay más suicidios en el mundo masculino debido a la idea incorrecta de que los hombres deben ser emocionalmente fuertes y nada les debería afectar, pero en la realidad esto no es así, ni siquiera los hombres están exentos de los trastornos mentales, en la cultura “macho” latinoamericana. Tal vez ellos son los más vulnerables por toda la presión que tienen encima.
No sólo necesitamos aceptar y hablar abiertamente de los problemas de ansiedad y depresión que afectan a millones en nuestro mundo, sino que también hay que entenderla y saber sobre las alternativas viables de solución, cómo tratarnos, cuáles son nuestras opciones con técnicas naturales o con la medicina ortodoxa.
Por otro lado, un evento estresante puede llevar a cualquiera a una depresión, por ejemplo, la muerte de un ser querido, el desempleo, una acusación falsa que afecte tu imagen, el estrés laboral prolongado, una situación difícil que se está sobrellevando como el tratamiento para una enfermedad, el cambio hormonal de la maternidad, una crisis financiera, presenciar un evento traumático. Todo esto le puede pasar a cualquiera en cualquier etapa de su vida, pero hay que tratarse y hay que poder decir estoy deprimid@, estoy mal, antes que sufrir en silencio.
Nadie nos enseña sobre salud mental, nadie nos proporciona los mecanismos o el conocimiento necesario para tener una vida emocional sana. El camino tiene obstáculos reales pero también imaginarios, muchas veces terminamos peleando con fantasmas.
Les invito a mi sección de podcast en donde pueden escuchar historias reales, porque no sólo los psicólogos deberían de saber y entender estos problemas sino también los profesores, padres de familia y jefes, de modo a volver este mundo más humano nuevamente y enseñarle a las personas a lidiar con dificultades de la vida de la manera correcta, al entender cómo funciona su cerebro y su interconexión con sus emociones y la respuesta del organismo.
No soy psicóloga o psiquiatra pero entiendo de esto debido a la ansiedad que padecí por muchos años con dos peridos de depresión que me empujaron a investigar y me recuperé completamente, al entender qué ne estaba pasando, pero fue un infierno, nadie merece estar allí, ni por un día.
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