Lo que no sabía a mis 23.
En esa edad Facebook acababa de nacer, y yo terminaba la universidad después de 6 años de estudios, porque en mi país se necesitan 6 años para obtener un título en Administración de Empresas. Finalmente, ese año, marcó la culminación de mis años sentada en un aula, algo que comenzó cuando tenía 5 años de edad. Provengo de una clase trabajadora y mi abuelo nunca aprendió a escribir, yo fui la primera generación que accedió a una educación universitaria en mi familia. Mi abuelo me inspiró a estudiar, para ser libre, y a no cultivar la tierra de otra persona bajo el candente sol sudamericano. Tomé cada oportunidad para aprender con todas mis fuerzas. El estudio es un privilegio que no está abierto para todos, pero si lo tienes y decides no tomarlo, para insertarte directamente a la fuerza laboral, eso también es una opción válida, porque adquieres tus conocimientos como aprendiz.
Después de 18 años de estudio tuve herramientas para manejar un negocio (en teoría), hablar y escribir en 5 idiomas diferentes, podía leer partituras de música y tomé mi primer trabajo a tiempo completo. Estaba tan llena de expectativas y entusiasmo pensando que tenía suficiente academia y todas las herramientas adecuadas para enfrentar la vida laboral con éxito.
Lo que no sabía a mis 23 años fue que con los años, en lugar de desarrollar una mente independiente, tenía que mantener la cabeza abajo si quería sobrevivir en un trabajo. Tenía que aprender a navegar entre el acoso, los celos y la agresión pasiva o encubierta de colegas, hasta bullying a veces, aunque la palabra bullying ha sido acuñada hace sólo algunos años, pero eso también ocurre en el trabajo. En otras palabras, lidiar con la política de la oficina que todos enfrentamos.
Alguien se ha preguntado por qué la gente es infeliz en su trabajo? Pues la respuesta tiene que ver con la cultura de la empresa en la que trabajas y el tipo de personas con las que trabajas. Yo no sabía que algunos malos comportamientos son esperados y hasta recompensados en algunas áreas y posiciones porque son erróneamente vistos como signos de fuerza o poder. Por ejemplo, cuando un hombre tiene una mala conducta a nivel laboral y las mismas mujeres lo catalogan como “los hombres son así”, justificando así algo injustificable como el acoso de un superior a uno de menor jerarquía y ojo, el acoso no es solo sexual, es más amplio, sobre todo cuando incluye maltrato.
Muchas veces la gente debajo decide permanecer callada porque se sienten intimidadas por sus obligaciones financieras y perder sus puestos de trabajo es por supuesto impensable, por lo que las cosas malas continúan sin ser penalizadas y ante la vista de todos, “algo” no es visto.
A los 23 años no tenía ni idea de que a medida que mi sueldo aumentaba, mi tranquilidad se reduciría y mi sueño sería menos relajado. Mis prioridades se convertirían en cumplir los plazos, hacer buenas presentaciones y alcanzar metas, pero la mayoría de mis logros se medirían en términos de dinero, porque todo se mide en términos monetarios, al menos en mi área. No sabía que el 70% de mi tiempo en una oficina no sería exactamente feliz. El 30% restante de felicidad vendría de trabajar con colegas que se reían, jugaban y todavía hacían sus trabajos profesionalmente, en un ambiente de colaboración antes que competitivo y tóxico. Yo tampoco sabía que terminaría por conseguir un trabajo donde tendría la oportunidad de viajar a varias partes del mundo y me pareció fantástico – al menos al principio, pero terminaría pasando horas solitarias sin fin en hoteles y hablando de todo y nada con extraños, que en el mundo empresarial se llama “networking” Tuve que especializarse e ir a un área, pero perdí el panorama general del negocio. Lamentablemente, después de aprender todo en mi área, me convertí en un robot, alguien sin ninguna pasión. A los 23 no sabía que todos esos años de estudio serían tan insignificantes. A lo largo de los años, vi a la gente adicta a cigarrillos, ansiolíticos y bebidas y no los culpo, a veces las situaciones y los objetivos son difíciles.
A los 23 no tenía ni idea que el estrés me haría tener un bebé prematuro a los 29 y que a los 32 terminaría con mi primera depresión por estrés en el trabajo y que todo el trauma se acumulaba en mi cabeza y sí, ellos se van acumulando si no tratas con ellos.
Los problemas tampoco se irán a ninguna otra parte hasta que hagas algo con ellos, así que a los 32 decidí no viajar más y concentrarme en tener una familia.
A los 35 años, mi hija nació, pero mi mente no cambiaría de profesional a la maternidad con tanta facilidad. Descubrí que la maternidad era complicada y volver a trabajar después de eso no sería simple. Todos mis años de escuela y de universidad me enseñaron a tener éxito en una empresa, institución u organización. Podía escalar en el escalafón siguiendo reglas no escritas o ser un robot hasta que el negocio fuese vendido, se fusionara o tenía un cambio de liderazgo y mi rol se hacía redundante o el ambiente de trabajo se volvía más corporativo e impersonal. Por otro lado, es un malabarismo lidiar con la maternidad, la vida profesional y ser una buena esposa. A veces es inhumano cuando se espera tanto de una mujer. Por supuesto que enfermamos.
Todos queremos un trabajo estable, pero terminamos quedándonos en trabajos repetitivos más tiempo de lo debido por miedo a lo desconocido y así perdemos la oportunidad de aprender nuevas habilidades que podríamos utilizar más adelante. Muchas veces pensamos que estamos a salvo donde estamos, pero eso es una “ilusión” en este mundo, y cuando dejas de aprender una nueva habilidad, el trabajo se vuelve aburrido. Lamentablemente, nadie me enseñó a ser el capitán de mi propia aventura. En la escuela nadie me preparó para desarrollar mi mente de una manera más independiente y convertirme en una emprendedora, desarrollar mi propio negocio utilizando mis habilidades, e ir por mis propios sueños y planes. Cuando tenía 23 años, alguien era visto como fuerte si sobrevivía a un ambiente laboral rudo, trabajaba bajo presión y estrés, incluso si regresaba al mismo trabajo después de un periodo de agotamiento. Hoy en día en cambio, al menos en el primer mundo, es un signo de fuerza evitar esas cosas, tal vez porque hemos visto personas muriendo jóvenes por problemas relacionados con el estrés. Pero en el mundo en desarrollo, el estrés es simplemente medicado y se continua, mal pero se continua, pensando que la vida es así.
No me malinterpretes, no hay nada de malo con el éxito laboral o trabajar en una empresa exitosa, todo el mundo lo anhela. El problema es cuando el empleador espera que des tu vida en ella, y tú persigues el éxito con la exclusión de todo lo demás y la gente sólo ve el glamour del éxito pero no lo que hay detrás, el desgaste, la angustia, la medicación y hogares que se desbaratan.
Hay muchas cosas que los jóvenes necesitan saber a los 23. Necesitan saber la importancia del liderazgo, pero también el valor del personal para cuestionar ciertas cosas. Estar más conscientes de lo que está detrás de una carrera si persiguen sólo el éxito a cualquier costo, porque ese costo NO SERA MONETARIO, puede costar tu salud, tu familia y tus valores personales que pueden conducir al final a una severa depresión o a una ansiedad severa. A raíz de esto, las empresas necesitan aprender que el éxito de su negocio no sólo se mide en dinero. Necesitan medir el bienestar, los niveles de estrés, de felicidad en los puestos de trabajo, porque de esas cosas dependen el buen desempeño de su personal, su creatividad y pasión en el largo plazo. Esas cosas hacen que un negocio sea sostenible en lugar de invertir en personal nuevo todo el tiempo y asume una responsabilidad moral. También necesitan crear una cultura corporativa donde la gente pueda florecer, prosperar y la moral del personal sea alto.
Hoy tengo 38 años, Facebook es un gigante, es la era de selfies, Instagram, YouTube, Myspace, SnapShot, Flickr y videojuegos. Podemos mostrar claramente lo hermosos y felices que somos en nuestras vidas personales, pero, en las redes sociales. Detrás de escenas somos la generación más medicada de todos los tiempos, estamos atados al trabajo para pagar cuentas y debemos seguir estudiando para mantenernos al día con las presiones laborales o la tecnología. La semana pasada, la Organización Mundial de la Salud publicó que la depresión es ahora la principal causa de enfermedades, que generan discapacidad laboral. Por otra parte, la Universidad de Cambridge publicó un estudio en junio del año pasado sobre ansiedad diciendo que "las personas menores de 35 años corren el mayor riesgo de padecer de ansiedad y este trastorno puede hacer la vida extremadamente difícil para algunas personas". Lamentablemente, estos dos problemas mentales también pueden surgir del estrés.
Hoy leí un bello reportaje efectuado a una de la mujeres ícono en el mundo de negocio inglés llamada Jayne-Anne Gadhia hablando de su depresión posparto, donde dice lo siguiente: "Creo que todavía tenemos una cultura de no hablar de problemas mentales en el trabajo. No quiero llegar a un lugar donde tenemos a todos llorando sobre los hombros de los demás, pero creo que es realmente importante encontrar una forma de que las organizaciones apoyen al personal que quiere hablar sobre los problemas que están atravesando y tener la madurez en la dirección para saber cuándo es necesario proporcionar ayuda. Si alguien acude a trabajar con muletas con una pierna rota, es más fácil simpatizar o empatizar que cuando alguien cae con un trastorno mental.”
Naturalmente aquí ella habla de los problemas comunes como ansiedad o depresión o inclusive estrés crónico.
A veces decimos: “el trabajo es el trabajo”, ¿ Pero qué haces si tu jefe te maltrata, si un colega te hace la vida imposible o los clientes te gritan? ¿ Piensas que eso no afecta tu salud mental? No podemos seguir haciéndonos del tonto, hay gente muy medicada, hay cosas que discutir en las empresas, cosas muy serias que poner sobre la mesa y cambiar la cultura corporativa impersonal que se está implantando peligrosamente.
Hace algunas semanas por fin me senté a preparar mi primer plan de negocios y flujo de caja, uno que sea real y no teórico, y no parece fácil para ser honestos, pero el trabajo en el mundo corporativo no lo es tampoco, sobre todo cuando se necesitan horas flexibles laborales, llevar a tu hija al médico o quedarse con ella cuando está enferma y el problema es repetitivo, pero los niños son asi, no se enferman una vez por año.
Ahora soy aprendiz una vez más, pero este es mi propio proyecto y como están las cosas, pareciera que nunca estaré sin trabajo.
Sin embargo debo decir que el pensamiento emprendedor no está muy bien promovido en el sistema educativo. Tampoco son el pensamiento crítico, el respeto hacia uno mismo y el no dejarse abusar. Tal vez por eso, muchos de los los empresarios que he conocido a lo largo de mi vida y en diferentes trabajos, han sido personas que no fueron a la universidad, pero suficientes palabras ... Ahora sé algunas cosas más, no sólo sobre el mundo laboral sino también de la vida, que cuando tenía 23 años.
PD.: Para mi abuelo, finalmente soy libre.